16 de abril de 2007

UN COBARDE ATAQUE


- Ya hueón dale, préndelo.
- ¡¡¡Fuuuuuuuuuuuuuuuu!!! ¡¡¡Plat!!!- Jajajjajajaa, salió bueno la cagó. - Siiii, Tata, ¡¡¡jajajajajaja!!!

Era el Lale y yo jugando con fuegos artificiales chinos de dudosa calidad que seguramente habíamos comprado donde el “Tío Lucho”, también conocido como el “Violador”. Ese apodo se lo había ganado por supuestamente manosear a una niñas enfermas mentales, alumnas de un colegio vecino llamado “Cenines”.
El juego era sencillo: Consistía en prender voladores a ras de piso y verlos explotar lo más cercano posible de la casa de uno de nuestros más dignos rivales “El Viejo Choche”.
En eso estábamos cuando nuevamente escuchamos un ruido que nos tenía molestos hace bastante rato: ¡¡¡Takatakatakatakataka!!!. Era una tabla de skate pasando a toda velocidad por nuestro territorio, comandada por un extraño personaje, que si bien no cabía en la categoría de enemigo, tampoco era considerado un aliado. Su nombre era “El Ofe”, llamado así para no seguir menoscabando su orgullo y no decirle derechamente feo.

- “Oye este “Ofe” culiao que se cree, me tiene cansado con esa mierda de skate, podríamos meterle un volador por la raja al hueón”. Le digo al Lale.

- “¡¡¡Jajajajajajaaja!!!” era la obvia respuesta de mi compañero que estaba de acuerdo con la brutal propuesta.


Urdimos un plan fácil de ejecutar: Cuando el “Ofe” pasara con su tabla y estuviera a distancia de tiro, el Lale prendería el volador y lo impactaríamos en la raja.
- “¡¡¡Takatakatakatakataka!!!”, se aproximaba la tabla. - “¡Ya Lale ahí va!, ¡¡¡Préndelo!!!
- “¡¡¡Fuuuuuuuuuuuuuuuu!!! ¡¡¡Plat!!!. Justo en el blanco.
- “¡¡¡Jajajajajajajajajajajajaja!!!”, celebramos.


Muertos de la risa veíamos como el “Ofe” se nos acercaba con insultos tan estúpidos, propios de su bajo coeficiente intelectual como el clásico: “Tu abuela en bicicleta”.
Frente a lo cual nuestro filántropo amigo respondía con un rosario del calibre que todos conocemos.

No seguimos su juego, nuestro plan había dado resultado y era suficiente para deshacernos del molesto ruido. Decidimos entonces emprender nuevamente nuestro juego, lo recuerdo claramente: en ese momento el Lale se agacha para prender un nuevo proyectil, yo me doy vuelta para seguir con la mirada al “Ofe” y en fracción de segundos veo como aquella tabla skate de color verde impacta en la cabeza de mi amigo con profundo sonido de “¡¡¡Clack!!!”.


Era el “Ofe” el cual en un acto de cobardía y motivado por la ira que había sentido segundos atrás, ataco a nuestro socio a mansalva por la espalda con su maldita tabla.
No sé porque no lo golpee como estaba acostumbrado hacerlo, no sé porque no revolqué su cara por excremento de perro como una vez lo hice, simplemente me quede ahí parado, atónito por aquel ataque tan falto de hombría y solo atiné a preguntarle a mi compañero: “¿Te sientes bien?”, “Sí” me dijo mi adolorido amigo, frotándose su cabeza (la que no es muy pequeña que digamos).

“Anda a mojarte”
, le dijo Paola (hermana de Lale), que justo en ese momento se había asomado a la calle. Esta vez el “Ofe” era el vencedor, pero yo me cobraría una dulce revancha con su humanidad.
Actualmente el “Ofe” se ha retirado de las canchas y de vez en cuando lo veo pasar por la calle, hace algún tiempo me preguntó por la salud de mi perro y de ahí en adelante sólo un “hola” entre ambos. Según creo trabaja desde que su padre “El Mongi” quien le heredara genéticamente tan particular fisonomía, muriera.
Me comentaron que es guardia de discoteque, con esa cara debe ser la discoteque del “Caleuche”. De todas maneras nuestras cuantas ya están saldadas y sinceramente le deseo suerte.

TATA