17 de abril de 2008

"¡¡¿¿DÓNDE ESTÁ MI CARRETÓN??!! ¡¡¡TUS AMIGOS SE LO LLEVARON!!!"


 Segunda Parte ... y final.
Por Rodrigo Morales Soto

De pie frente a la puerta, el Checoso preparaba su mejor artillería labial. Por un segundo pensé que se arrepentiría y tendríamos que posponer tan brillante plan. Fueron tres golpes secos en la puerta y nada. Lo volvió a intentar y esta vez unos pasos se acercaron … la puerta se abrió. El Checoso se adelanto impaciente y dijo: “Señor, ¿nos podría regalar el carretón que tiene en el patio?”.

Ocultos tras un muro, oímos lo que parecía a priori como la muerte de nuestra ilusión: “No”. Checoso insistió haciendo uso de todos sus dotes de negociador: “Pero nosotros se lo podemos comprar, ¿cuánto vale?”. La respuesta no se dejó esperar: “¡¡No está en venta!!” y la puerta se cerró tras lapidaria negación del hombre del peinado con forma de flama ardiente.

Se nos vino todo el entusiasmo al suelo … ¿tendríamos que conformarnos en ver al “Petete” ser el amo exclusivo de las calles?. No podíamos darnos por vencidos y esta vez el plan debía ser perfecto sin mediar posible falla (tal vez al estilo de James Bond). No encontrábamos la solución, hasta que el Ale y yo nos hicimos de valor y dijimos: “Nosotros vamos a sacar el Carretón”.

La primera parte del plan ya había tomado forma. Luego el Checoso dijo: “Lo escondemos en mi casa unos días y luego lo armamos”. Sonaba como música en nuestros oídos: Era una sinfonía perfecta. Sólo bastaba ponerlo en marcha …

Nos dispusimos a ocupar nuestros puestos estratégicos. De acuerdo a lo acordado, el Ale sería el vigía y yo me acercaría sigilosamente al carretón para descolgarlo, pero lamentablemente todo se convertiría en otro intento fallido. Las amarras eran inviolables para nosotros, así que volvimos con otra derrota sobre nuestros hombros. La flama nos había quemado … nuevamente.

Mientras cenábamos nos pusimos a hacer un recuento de lo que había sucedido durante el día, mientras Elián el Maligno escuchaba todo de manera muy atenta, como planeando la forma de sorprendernos con una noticia que por unos minutos nos llevaría a pensar que lo más difícil ya estaba hecho.

Al día siguiente, Elián nos despertó con la mejor noticia que podíamos escuchar: “El carretón está debajo de mi cama”. Sin quererlo se había convertido en el elemento clave de nuestra pequeña operación: ¡Ya teníamos el carretón en nuestro poder!

Luego de tan estresante misión, nos dispusimos a avisar este magnífico logro al resto del equipo, que debía entrar en acción con la segunda fase: Habría que maquillarlo para que pareciese irreconocible a los ojos de Mandinga, quién de seguro nos vería desde su ventana al usarlo en la calle.

Para disimular inocencia nos pusimos a jugar en el patio del Ale: Ambos mirábamos hacia la ventana de su dormitorio mientras trabajábamos en los adornos, cuando una sombra tras nosotros eclipsó el sol sobre nuestras molleras y unos pasos arrastrados anunciaban lo inevitable. Sólo vimos el reflejo en la pared con la silueta de una llama.

Giramos nuestras vistas casi al mismo tiempo, y aquella siniestra sombra tomó forma reconocible: Era Mandinga, que con voz firme y ceño fruncido, pronunciaría la frase que nos marcaría para siempre: “¡¡¡¿¿¿ALEXIS, DONDE ESTA MI CARRETÓN???!!!, ¡¡¡TUS AMIGOS SE LO LLEVARON!!!”.

Al parecer el carretón contaba con tecnología GPS, pues ipso facto se percató de su ausencia. Nos miramos con el Ale y sin decir nada corrimos a todo lo que dimos, entramos a la casa y nos escondimos tras una de las camas. El plan se había venido abajo: No teníamos como enfrentar ese ataque tan directo. Los pasos de Mandinga iban tras nosotros y no había escapatoria. Seríamos dos mártires dentro de la lucha por conseguir el carretón … y cuando ya todo estaba perdido, ocurrió algo inesperado: Elián salió del baño y enfrentó la furia de Mandinga.

Epílogo:

Luego de sucumbir ante los poderes de Mandinga, el carretón volvió a ocupar su sitial de “honor”: La pared derruida del 10. Mudo testigo de las andanzas de Andresito, sucumbió ante las llamas de un incendio provocado, no precisamente, por la cabellera de su dueño.

26 de marzo de 2008

NUESTRO PRIMER CARRETÓN

por Rodrigo Morales Soto

Quedamos asombrados aquella tarde de verano. El sonido del metal en el pavimento nos despabiló por completo de nuestro letargo futbolero. Era el “Petete”, uno de los “rudos” de la vuelta, quién haciendo caso omiso del normal ir y venir de aquellos días, donde lo que más hacíamos era jugar a la pelota, lucía un flamante carretón, con un diseño fuera de lo común, simple y funcional: Era triangular (un deportivo de tres ruedas).

En el costado derecho tenía una palanca que cumplía la función de manubrio, y su diseño repartía equitativa y satisfactoriamente el peso del “menudo” tripulante. Sólo se jactaba ante nosotros con tamaña máquina y se deslizaba burlonamente una y otra vez por la ladera de la calle Julio Verne.


No les puedo negar que al mirarnos con el Ale nos vino un tipo de envidia de niño (que a la larga es envidia igual), lo que produjo que nos pusiéramos manos a la obra y cranear cómo sería nuestro primer carretón.


Fueron semanas de intentos y diseños frustrados, que en ese entonces, parecían verdaderos planos de ingeniería. Era para muchos de nosotros el primer acercamiento con lo que se podría denominar un vehículo.


La verdad es que los intentos para lograr el objetivo terminaron casi agotando los medios de los que disponíamos en ese entonces: Pasaron a mejor vida cajas de lavadoras (con sus respectivos plumavit), ruedas de bicicletas (creo que eran de mi prima Paola), y un triciclo completo que era del Fernando. El resultado siempre era el mismo: el Ale, (que en esa fecha era algo así como el piloto de prueba) se subía al seudo carretón y duraba no más de un segundo arriba ya que se desarmaba por completo.


Estábamos agotados y no encontrábamos la piedra angular que sirviera de sustento para tan importante obra. Como es una constante en la historia de la humanidad, todo descubrimiento ocurre por casualidad y en este caso no sería diferente …


En uno de esos paseos por el gallinero 10, (propiedad de Mandinga, el abuelo del Ale) lo vimos colgado, intacto y casi pidiendo volver a correr por las calles. Era un carretón, como los de antes, incluso mejor que el del “Petete”. Subutilizado, adornaba o más bien tapaba un hoyo en la pared de uno de los gallineros, impidiendo la libertad de la “broile”. Nuestra siguiente misión, era rescatarlo de tan reprobable condición.


Era la solución a nuestro problema. Al fin el objetivo sería cumplido. El único escollo sería cómo lograr apoderarnos de aquel tesoro tan valioso para nuestros propósitos.


Como de costumbre, el Checoso estaba involucrado en el que consideramos el mejor de todos los planes. Se acercó donde Mandinga y “osó” pedirle el carretón. Inquietos, esperábamos ansiosos el desenlace de aquel épico encuentro …


Continuará ...


13 de marzo de 2008

"¡¡¡HAY QUE IR AL FESTIVAL A PIFIAR A RUIZ!!!"

La gran emoción que nos produjo el ser publicados aún nos tenía conmocionados. La noticia se esparció como una peste por el barrio y aquel número de TV Grama debe haber sido el más manoseado de todos los que alguna vez ojeé.

- "A ver, a ver", decía Checoso.
-"¡¡¡Uuuhhh!!!", decía el Tata.

Todos festinábamos con algo que nos parecía una anécdota más dentro de nuestra historia como amigos, pero que un par de "gordas" se encargaría de cambiar.

Pasarían dos días y el timbre de la casa de Rodrigo, mi primo, quebraría la tranquilidad de la residencia de
calle Andrés Bello de Quilpué:

-"¿Sí?", dijo la empleada.
- "¿Estará Nolberto? ¿El presidente del Fans Club Anti Ruiz?", dijeron dos voluminosas jóvenes que pasarían a ser conocidas como "las guatonas".
-"Ehhh, no no está", dijo la empleada, quién estaba al tanto de toda la historia. "Vengan como a las 5", les dijo, intentando disimular su asombro.

Al cerrar la puerta, de inmediato le avisó a mi primo, quién sorprendido por el acontecimiento tomó el teléfono y "pidió" refuerzos a Valparaíso.

-"¿Aló? ¿Paola?", exclamó eufórico.
-"Sí, dime", respondió mi hermana.
-"Vinieron dos niñas para el fan club ... preguntaron por Nolber ... tenemos que hacer algo", decía Rodrigo algo desesperado.
-"Mmmm ... tendremos que llevar a los cabros de acá para hacer bulto no más, y el Checoso que es tollento las hace de Nolber", contestó Paola.
-"Ja ja ja, perfecto", exclamó más tranquilo mi primo.

En un abrir y cerrar de ojos, la comitiva proveniente del puerto ya se encontraba en un Sol del Pacífico rumbo a la ciudad del sol. El Checoso, que aceptó gustoso el papel de "Nolber", daría vida a un personaje inexistente que había sido usado sólo para nuestros lúdicos fines.


-"Ensaya tus textos, hueón", le decía mientras viajábamos.
-"Sí, si ya sé que tengo que decir que vayamos al festival a pifiar a Ruiz", decía autoconvencido.
El Tata, Jaime, Oscar, su hermana Paola, mi hermana Paola y yo, conformábamos la comitiva más bizarra que algún fan club podría haber tenido. Nuestro poder de organización no superaba al de una bandada de pájaros ... si es que nos alcanzaba para eso.

-"Acá nos bajamos", dijo la Paola.

Luego de caminar un par de cuadras, habíamos llegado al sitio del suceso a la hora acordada. Luego de improvisar algunas frases maqueteadas para denotar una organización sólida, nos dispusimos a esperar a "las guatonas", quienes cuales inglesas tocaron el timbre a la hora acordada.

Un grupo de cartas de apoyo y rechazo recibidas adornaban el cuarto donde tendría lugar la reunión, sede del nonato "Club Pirata", pero esa es otra historia. Las gordas entraron en escena. Aquella ocasión debe haber sido una de las más bizarras de mi existencia, sólo comparable a ser elegido para disertar sobre un tema que no alcanzaste a preparar en la universidad. El juego se nos había escapado de las manos.

Luego de las presentaciones de rigor y de las palabras introductorias del dueño de casa, "Nolber"
tomó la palabra:

- "Bueno, estamos reunidos aquí porque queremos organizarnos para hacer notar nuestro descontento contra Ruiz", dijo un inspirado Checoso, asumiendo cual actor profesional, su nuevo rol.
-"Sí, si", decía el resto, quienes parecíamos más los extras de una cámara oculta, que los miembros de un
fan club que buscaban organizarse.
- "Podríamos ir al festival a pifiarlo", propusieron las gordas.
-"Es justamente lo que iba a proponer", señaló "Nolber".

La reunión se relajó un tanto. Algunas ideas condenadas con antelación al fracaso salieron al ruedo, quizás con el fin de sólo rellenar un tiempo que todos sabíamos, estábamos desperdiciando inútilmente. Leímos algunas de las cartas recibidas y luego de una hora, intercambiamos datos para concertar una próxima reunión la cual, por supuesto, nunca se realizó.

Pese a ello, en las posteriores ediciones de la revista, siguieron apareciendo cartas de apoyo y repudio hacia el "Fan Club Anti Ruiz". A nuestras direcciones, llegaron misivas durante varios meses más. No respondimos ninguna pues no valía la pena, ya que la efímera fama del cantante el tiempo se encargó de sepultarla ... para suerte nuestra.
















Dos de las tantas cartas en respuesta nuestra "provocación" en la revista TV Grama de 1989.

3 de marzo de 2008

"GRRRR .... ¡¡¡HASTA CUÁNDO CON RUIZ!!!"

Corría 1989 y la fiebre por el cantante trasandino Pablo Ruiz (llamado "Pablito" por los medios de la época) estaba en su punto más alto. Nuestro grupo de amigos, dentro de los cuales mi hermana y mi primo Rodrigo consumían la revista "TV Grama", estaba harto de esta verdadera "pandemia" por el pseudo ídolo juvenil.


Para rematarla, semana a semana, dicha publicación anunciaba por televisión con el pecho inflado que esta vez traería un "poster doble", una foto "autografiada", "un concurso para tomar té con Ruiz" y un sinnúmero de payasadas que como lectores de la revista, no estábamos dispuestos a tolerar. Sólo había un camino a seguir: Mandar una carta a TV Grama denunciando el excesivo favoritismo con Ruiz en desmedro de otros artistas más interesantes.

Rodrigo fue el secretario. Los tres, junto a mi hermana Paola comenzamos a redactar lo que se transformaría no sólo en una anécdota para nosotros, sino para toda la "pandilla".

Realmente, las posibilidades de ser publicados eran remotas, considerando el número de cartas que una revista tan popular como esa (por lo menos en aquellos años) pueda recibir.

Comenzamos a redactar viendo el Festival de Viña ... inspirados por la ira que nos producía saber que el mentado artista pisaría aquel escenario en algunos días más. Comenzamos con las felicitaciones, pues de otra forma nica seríamos publicados, luego de la formalidad al grano.

- "Pongámosle que somos un grupo de jóvenes", decía el Rodrigo.


- "Ya, así cachan que somos hartos los que compramos la revista y estamos disgustados", opinaba Paola.

Continuamos la redacción, exponiendo claramente lo que nos tenía atorados, deseosos de quemar toda la sarta de posters y fotos de este individuo, que con sus canciones mamonas como "Oh mamá ella me ha besado", no hacía más que pololear con nuestra rabia de infantes.

- "Pero hay que ponerle una frase fuerte", decía la Paola.


- "Sí, es verdad", respondía Rodrigo.


- " Ya sé", dije ... "Grrrr .... ¡¡¡Hasta cuando con Ruiz!!!!", exclamé histriónicamente.


Acto seguido, estallamos en cómplices risas como augurando el éxito de un plan bien concebido. Era la hora de firmar el remitente y sellar nuestro acto de manera altiva y gloriosa.

- "Mariso
l, Ximena, Rodrigo, Checoso, Juana, Jaime, Oscar, Fernandom, entre otros, y su presidente Nolberto .... el "Fans Club Anti-Ruiz", sentenciamos al unísono.

Además, adjuntamos nuestras direcciones (Quilpué y Valparaíso) para otorgarnos mayor credibilidad y parecer un grupo relativamente organizado, todo por supuesto, sin base alguna. Sellamos el sobre y al otro día lo enviamos por correos.

La sorpresa


Luego de una semana, con mi hermana nos encontrábamos en la calle junto al resto de los chicos. Mi primo Rodrigo se había vuelto a su casa en Quilpué y la "anécdota" ya era conocida por todos los cabros del barrio. Todos reían y jamás creyeron que nos tomarían en serio ... hasta que un llamado telefónico dijo lo contrario.

- "¡¡¡Aló, ¿¿¿Paola???!!!", era Rodrigo, desde Quilpué. Parecía algo agitado.


- "Sí, ¿qué pasó?", dijo Paola.


- "¡¡¡ Publicaron la carta, ja ja ja ja ja!!!", sentenció mi primo desde su casa, rebosante de orgullo.

Era la edición de la revista TV Grama nº 116, de la Semana del 10 al 16 de febrero de 1989. A partir de ese
día, nuestras vidas no serían las misma ... por lo menos, durante un par de meses más.


Continuará ...

Escaneo de la publicación original de la carta del "Fans Club Anti Ruiz" en la revista TV Grama nº 116, de la semana de 10 al 16 de febrero de 1989.