13 de marzo de 2008

"¡¡¡HAY QUE IR AL FESTIVAL A PIFIAR A RUIZ!!!"

La gran emoción que nos produjo el ser publicados aún nos tenía conmocionados. La noticia se esparció como una peste por el barrio y aquel número de TV Grama debe haber sido el más manoseado de todos los que alguna vez ojeé.

- "A ver, a ver", decía Checoso.
-"¡¡¡Uuuhhh!!!", decía el Tata.

Todos festinábamos con algo que nos parecía una anécdota más dentro de nuestra historia como amigos, pero que un par de "gordas" se encargaría de cambiar.

Pasarían dos días y el timbre de la casa de Rodrigo, mi primo, quebraría la tranquilidad de la residencia de
calle Andrés Bello de Quilpué:

-"¿Sí?", dijo la empleada.
- "¿Estará Nolberto? ¿El presidente del Fans Club Anti Ruiz?", dijeron dos voluminosas jóvenes que pasarían a ser conocidas como "las guatonas".
-"Ehhh, no no está", dijo la empleada, quién estaba al tanto de toda la historia. "Vengan como a las 5", les dijo, intentando disimular su asombro.

Al cerrar la puerta, de inmediato le avisó a mi primo, quién sorprendido por el acontecimiento tomó el teléfono y "pidió" refuerzos a Valparaíso.

-"¿Aló? ¿Paola?", exclamó eufórico.
-"Sí, dime", respondió mi hermana.
-"Vinieron dos niñas para el fan club ... preguntaron por Nolber ... tenemos que hacer algo", decía Rodrigo algo desesperado.
-"Mmmm ... tendremos que llevar a los cabros de acá para hacer bulto no más, y el Checoso que es tollento las hace de Nolber", contestó Paola.
-"Ja ja ja, perfecto", exclamó más tranquilo mi primo.

En un abrir y cerrar de ojos, la comitiva proveniente del puerto ya se encontraba en un Sol del Pacífico rumbo a la ciudad del sol. El Checoso, que aceptó gustoso el papel de "Nolber", daría vida a un personaje inexistente que había sido usado sólo para nuestros lúdicos fines.


-"Ensaya tus textos, hueón", le decía mientras viajábamos.
-"Sí, si ya sé que tengo que decir que vayamos al festival a pifiar a Ruiz", decía autoconvencido.
El Tata, Jaime, Oscar, su hermana Paola, mi hermana Paola y yo, conformábamos la comitiva más bizarra que algún fan club podría haber tenido. Nuestro poder de organización no superaba al de una bandada de pájaros ... si es que nos alcanzaba para eso.

-"Acá nos bajamos", dijo la Paola.

Luego de caminar un par de cuadras, habíamos llegado al sitio del suceso a la hora acordada. Luego de improvisar algunas frases maqueteadas para denotar una organización sólida, nos dispusimos a esperar a "las guatonas", quienes cuales inglesas tocaron el timbre a la hora acordada.

Un grupo de cartas de apoyo y rechazo recibidas adornaban el cuarto donde tendría lugar la reunión, sede del nonato "Club Pirata", pero esa es otra historia. Las gordas entraron en escena. Aquella ocasión debe haber sido una de las más bizarras de mi existencia, sólo comparable a ser elegido para disertar sobre un tema que no alcanzaste a preparar en la universidad. El juego se nos había escapado de las manos.

Luego de las presentaciones de rigor y de las palabras introductorias del dueño de casa, "Nolber"
tomó la palabra:

- "Bueno, estamos reunidos aquí porque queremos organizarnos para hacer notar nuestro descontento contra Ruiz", dijo un inspirado Checoso, asumiendo cual actor profesional, su nuevo rol.
-"Sí, si", decía el resto, quienes parecíamos más los extras de una cámara oculta, que los miembros de un
fan club que buscaban organizarse.
- "Podríamos ir al festival a pifiarlo", propusieron las gordas.
-"Es justamente lo que iba a proponer", señaló "Nolber".

La reunión se relajó un tanto. Algunas ideas condenadas con antelación al fracaso salieron al ruedo, quizás con el fin de sólo rellenar un tiempo que todos sabíamos, estábamos desperdiciando inútilmente. Leímos algunas de las cartas recibidas y luego de una hora, intercambiamos datos para concertar una próxima reunión la cual, por supuesto, nunca se realizó.

Pese a ello, en las posteriores ediciones de la revista, siguieron apareciendo cartas de apoyo y repudio hacia el "Fan Club Anti Ruiz". A nuestras direcciones, llegaron misivas durante varios meses más. No respondimos ninguna pues no valía la pena, ya que la efímera fama del cantante el tiempo se encargó de sepultarla ... para suerte nuestra.
















Dos de las tantas cartas en respuesta nuestra "provocación" en la revista TV Grama de 1989.